domingo, 17 de agosto de 2008

Contexto del libro de Amós

En los días de Jeroboam II Israel estaba en el punto máximo de su poder (ver t. II, pp. 85-86; com. Ose. 2: 8). Jeroboam había derrotado a los sirios y ensanchado el territorio del reino del norte hasta el límite septentrional que había tenido cuando el reino estaba unido. Se extendía desde Hamat, en el extremo norte, hasta el mar Muerto (2 Rey. 14: 25-28). En cuanto a Judá, 978 el rey Uzías había subyugado a los idumeos y a los filisteos, había sometido a los amonitas y promovido la agricultura y las artes nacionales propias de los tiempos de paz; había creado un ejército grande y poderoso y fortificado mucho a Jerusalén (2 Crón. 26: 1-15). Indudablemente que Israel, a salvo de enemigos extranjeros y fuerte interiormente, se sentía seguro contra todo peligro o destrucción. Es verdad que el creciente poder de Asiria llamaba la atención, pero parecía muy difícil que atacase a Israel. Los frutos naturales de la prosperidad: orgullo, lujo, egoísmo, opresión, maduraban lozanamente en ambos reinos. Sin embargo, la situación de Israel era peor por causa del culto al becerro, que había sido instituido por su primer rey, Jeroboam I (1 Rey. 12: 25-33). Sin duda, este culto al becerro fue la razón por la que tanto Amós como Óseas fueron comisionados para dirigir sus profecías, especialmente contra el reino del norte. (CBA, tomo 4, Com. del libro de Amós, p3)

No hay comentarios: