Cada persona que vive o que vivió alguna vez en nuestro mundo lo ha hecho buscando algo. Cada persona tiene aspiraciones, tiene objetivos a los cuales quiere llegar, sin ellos su vida es una vida sin propósito. Una vida sin un propósito no tiene razón de ser. A través de toda la historia toda persona que ha hecho algo ha sido porque fue su sueño, su propósito. Todos si excepción alguna nos hemos preguntado cual es el propósito de nuestra vida, cual es la razón de nuestra existencia.
Mucho se ha hablado y debatido acerca de la existencia de Dios, muchas personas creen en él, pero no saben cual es el propósito de Dios para su vida. La Biblia en su totalidad habla acerca del propósito de Dios hacia nosotros.
Uno de los lugares en los cuales Dios ha manifestado esto es en el libro de Amós. En este libro vamos a ver como Dios trata por todos los medios posibles que nos volvamos a él, que es la única fuente de vida para nosotros. El propósito de Dios para nosotros es la eterna felicidad, por eso nos llama tanto, y es casi un suspiro de Dios: ...aunque cueste lo que cueste... ¡vuelve hijo mío!
domingo, 17 de agosto de 2008
Introducción
Contexto del libro de Amós
En los días de Jeroboam II Israel estaba en el punto máximo de su poder (ver t. II, pp. 85-86; com. Ose. 2: 8). Jeroboam había derrotado a los sirios y ensanchado el territorio del reino del norte hasta el límite septentrional que había tenido cuando el reino estaba unido. Se extendía desde Hamat, en el extremo norte, hasta el mar Muerto (2 Rey. 14: 25-28). En cuanto a Judá, 978 el rey Uzías había subyugado a los idumeos y a los filisteos, había sometido a los amonitas y promovido la agricultura y las artes nacionales propias de los tiempos de paz; había creado un ejército grande y poderoso y fortificado mucho a Jerusalén (2 Crón. 26: 1-15). Indudablemente que Israel, a salvo de enemigos extranjeros y fuerte interiormente, se sentía seguro contra todo peligro o destrucción. Es verdad que el creciente poder de Asiria llamaba la atención, pero parecía muy difícil que atacase a Israel. Los frutos naturales de la prosperidad: orgullo, lujo, egoísmo, opresión, maduraban lozanamente en ambos reinos. Sin embargo, la situación de Israel era peor por causa del culto al becerro, que había sido instituido por su primer rey, Jeroboam I (1 Rey. 12: 25-33). Sin duda, este culto al becerro fue la razón por la que tanto Amós como Óseas fueron comisionados para dirigir sus profecías, especialmente contra el reino del norte. (CBA, tomo 4, Com. del libro de Amós, p3)
1° Recurso
El Libro de Amós comienza condenando a los pueblos vecinos por sus pecados. Habla de Siria (1:3-5); de Filistea (1:6-8); de Tiro (1:9-10); De Edom (1:11-12); Amón (1:13-15); Moab (2:1-3); Y de Judá e Israel (2: 4-16). El primer recurso utilizado es el de comparar al pueblo de Judá con los demás pueblos, para los judíos esto era una gran ofensa, ya que ellos se consideraban diferentes, se consideraban el pueblo elegido por Dios, de hecho lo eran, pero violaban el pacto de Dios. Su orgullo nacional superaba por lejos su condición de pueblo escogido para ser una luz para las naciones. Al incluirlos en la lista de naciones condenadas por sus pecados Dios pretendía que ellos se dieran cuenta que, a pesar de ser el pueblo elegido, no eran exonerados del castigo, y de esta manera se volvieran a Dios.
2° Recurso
3° Recurso
4° Recurso
Como el pueblo de Dios no hace caso de las amonestaciones de Dios, Él en su infinito amor trata de atraerlos a él por cualquier medio. En este caso vemos que Dios comienza a privarlos de sus bendiciones. Los privó de pan, hubo hambre, pero no se volvieron a Dios (4:6); Los privó de lluvia, hubo sequía y sed, pero no se arrepintieron (4:7-8); Los privó de su protección del viento y las plagas de insectos, y estas devoraron todo, más no se volvieron a Dios (4:9); Los privó de protección de modo que hubo mortandad por causa de la espada, pero no se arrepintieron (4:10); Así como Dios trastornó a Sodoma y Gomorra los trastornó a ellos, esto nos muestra la magnitud de su castigo, pero aún así no se volvieron a Dios (4:11). De esta manera Dios les muestra como su obstinación para volverse a Él los llevara cada vez más lejos, y les acarreara peores consecuencias cada vez. Dios les advierte que si ellos no se arrepienten todo eso que les dijo más arriba iba a venir sobre ellos, y les dice “…y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel” (4:12). Pero por sobre todo Dios demuestra su eterno amor aun en esto, porque no los va a castigar por diversión sino con un amor que esta dispuesto a todo con tal de que sus hijos se vuelvan a él y no sean destruidos (4:13).
5° Recurso
6° Recurso
7° Recurso
8° Recurso
En última instancia Dios describe el futuro glorioso que tendrán aquellos que se vuelvan a Él, no para que nosotros vayamos a Él solo para obtener la recompensa, sino que el objetivo de Dios es que nosotros veamos la diferencia que hay entre quienes lo aceptan y quienes no. Pero además es hermoso saber que Dios tiene muchas cosas preparadas para nosotros, todo porque en su inmenso amor quiere que seamos felices. Entonces ya sea por un medio o por otro medio, quiere que vayamos a hacia Él (9:11-15)
Conclusión
Muchas veces tenemos la concepción de un Dios distante, un Dios que no se interesa por la humanidad, por sus problemas ni por sus intereses. Pero a lo largo de toda la biblia vemos que esto no es así, ya desde el mismo comienzo Dios proveyo una solución para el pecado, y esta solución esta presente, es el mismo Jesús. Pero el gran problema no es que haya o no haya solución sino que la gente no quiere volverse a Dios, no quiere dejar todo aquello que la lleva a la perdición. Entonces vemos que Dios nos quiere atraer hacia él de cualquier forma posible, en todo el libro de Amós se puede ver el ruego casi desesperado de Dios para que sus hijos no se pierdan, "Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues y viviréis" (Ezequiel 18:32). Con su inmenso amor esta dispuesto a todo con tal de que ninguno se pierda. Podemos ver que Dios nos dice “aunque cueste lo que cueste… ¡vuelve hijo mío!